martes, 19 de octubre de 2010

UN MIERCOLES DE DICIEMBRE (Ultima parte)

(...) Y en eso, el tiempo se detuvo nuevamente, pareciera que estas dos personitas eran amos y señores de la temporalidad. Todo se detuvo por alrededor de dos horas, durante ese tiempo se desató una buena charla, una buena plática, una buena primera etapa. Se habló de muchos temas, se divertían con cosas sin sentido para mí, parecía que les intrigaba la gente que pasaba por el lugar -no se que hacían con eso- pero hubo risas por doquier. El “chal” –vaya la coloquialidad- seguía en todo su apogeo, uno hablaba el otro callaba, parecía que era una práctica de tiempo atrás, pero no, era la primera vez. Al parecer abarcaron muchos temas -para ser francos no se cuales- algo sí me quedo claro, a ella le encantaba escuchar y a él le fascinaba la idea de que lo escucharan. Ella cada vez que hablaba se sentía tomada en cuenta y él, en ese mismo instante y día aprendió a escuchar, como que alguien con un chasquido lo encantó para que aprendiera a escuchar, eso que vi, era magia.

La magia se sentía, se veía e iluminaba con su júbilo, proyectaban más luz que cualquier lámpara, ellos creaban luz. Después, la magia se esfumo, pues ellos tenían una función de cine, y desaparecieron súbitamente entre la multitud.

Ese día, me fui a la a cama un tanto trastornado y sorprendido de lo que había visto, soy un hombre de mundo y pocas cosas me sorprendían, y algo tan sencillo me asombró. Yo catalogo esa fecha como el día que aprendí que lo extraordinario es lo ordinario.

Yo creía que había visto todo sobre esa parejita, pero al día siguiente -para mi sorpresa- los volví a ver, no se como llamarlo, tal vez fue algo que me tocó ver. Él venía apurado, la razón no la se, ella al parecer lo esperaba con anhelo. Se saludaron, pareció un saludo poco ortodoxo e incómodo, fue algo raro. Él no quedo satisfecho y de repente se aprovecho del momento, de la vulnerabilidad de ella y con un movimiento muy sagaz, sus labios se juntaron. Hicieron uno de los besos más hermosos que jamás haya visto. Catalogar el beso como simple pecaría de simplista, y no fue así, porque no solamente pude ver un beso, eso era magia.

Yo, el hombre que se decía de mundo aprendió de un día a otro que la magia se hace, no llega por sí sola. Y que solamente unos cuantos la hacen. Comprendí en la magia de un beso, que el “ahora” me llama para hacer magia, como esos dos jóvenes que empezaron su galanteo en una tarde de miércoles y que culminaron su obra magistral en una tarde de jueves de diciembre.

Mi vida jamás volvió hacer la misma, pues fui tocado por la magia.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

Fue una buena historia... duro poco pero te agradezco la magia porq ese dia yo tmb la conoci.... y tmb te agradezco q al final de nuestra breve historia volviste a ser tu.... espero haberte brindado algo de lo q yo puedo ofrecer.... buena vida.... haz luchado por ella...lo encontre por ociosa si aparece como anonimo es q no estoy agregada. ATTE: GINA.