UN MIERCOLES DE DICIEMBRE

Miércoles hay muchas, pero de diciembre pocos, y como el que les voy a contar, menos. Era un día simple de diciembre y un miércoles tan común, aparentemente. “C´est la vie” dirían los franceses; así es la vida y no se equivocaron, pues era un miércoles que me tocaba vivir, que no tiene clasificación alguna, para poderlo describir, habría que inventar un genero completo con toda la seriedad que implica el crear una nueva forma, puesto que un día con tintes de ordinario, me ha hecho ver que no existe esto.

Día sin tregua, día de encuentro, día de inicio, día de apertura, día de ver qué pasa, día para ver que nos depara, día para ser mejores, pero eso puede ser cualquier otro. Aunque este miércoles gozara de algunas descripciones, sería burdo intentar encontrar una palabra para su explicación. Para resumirlo –seré grosero al intentar hablar de este día, pero tengo que hablar de el- me atreveré a decir que la historia que estoy por contar, cuenta con un sinfín de destellos mágicos, porque la magia no solamente se encuentra en cada unos de nosotros, sino también en cada unos de los momentos ordinarios de la vida.

La vida me ha permitido ver este miércoles atípico de diciembre con uno ojos renovados y sin paradigmas. Nuevo por el simple hecho de ser un día más, tan lleno de una ferviente alegría, pues era bastante y estremecedor lo que se me permitió ver. Si me hubieran contado que pasaría, dudo mucho hubiera podido profetizar lo que se vio. Pasó lo que tenía que pasar y también me queda claro que fue algo maravilloso. El donde me lo guardare con recelo para proteger a los protagonistas y no transgredir el momento, solo puedo decir que hubo varios escenarios.

El destino se hacía presente y con su hermosa liz nos anunciaba un encuentro por demás prometedor. Emocionante se empezó a tornar el día, cuando él y ella se hicieron presentes para encontrarse. Yo no prestaba atención como era de costumbre, pero aprendía a observar y a estar atento después de esto. Ellos ahí estaban bajo la luminosidad de las cinco de la tarde y con la sombra que da cualquier techo al aire. Ella entro lentamente al lugar, lo veía, se iba acercando lentamente y con una mirada que lo decía todo y la cual reflejaba algo más. Él perdido como siempre buscándola entre la gente, hasta que encontró sus ojos y así de repente la calma se hizo presente, porque todo empezaba a tornarse lento, tranquilo, pareciera que cada paso, braseo u aliento que daban estaba debidamente calculado y medido. Por cierto, sus nombres mes los guardo para mí.

Ella vestía con ropa….

ESTA HISTORIA CONTINUARA

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