jueves, 3 de febrero de 2011

UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD... (primera parte)

Hoy, les dije a mis papas que estaba embarazada. La noticia más importante de mi vida sucumbió mi familia. Mi boca derrocho lo que más temían mis viejos. Recuerdo muy bien como paso, durante la hora de la comida, mientras estábamos comiendo, pronuncie esas palabra - Papá, mamá, tengo que decirles algo. No sé cómo empezar, ni como decírselos, y muchos menos sé como reaccionaran -. Mi papá interrumpió: ¿qué pasa Helena, dinos qué sucede? -. Retome el aliento y lo solté - Estoy embarazada -. Mi mamá se le subieron los colores, no sabía si estaba roja o morada, difícil manera de interpretar el color facial de mi madre. Mi papá se tomó la cabeza y empezó a gritarme - Cómo Helena, estás segura-. Asenté con la cabeza. Él reviró - Te dimos nuestra confianza, te educamos de la mejor manera, te ofrecimos nuestras vidas y tú ¿cómo no pagas? -. Me quedé escuchando esas palabras que decía mi padre, me dio el sermón de mi vida y el regaño más merecido que jamás he recibido. Después de alrededor de diez o doce minuto, paro de reprenderme y pregunto – Y tu novio, Salvador ¿qué dijo al respecto? Se va hacer cargo -. Se hizo el silencio un momento, hasta que me armé de valor y contesté – Sus papas lo sacaron del país, nadie sabe dónde está, le dije hace dos semanas y es fecha que no lo he visto -. Haber dicho que a “Chava”, le valía un cacahuate era la verdad, suspire, repentinamente un miedo que vino desde mis entrañas me domino y me solté a llorar. Les dije que tenía mucho miedo, que no sabía qué hacer, pero que lo único que sabía es que este bebé iba a nacer, el no tenía la culpa de mis malas decisiones, era un ser humano, al fin de cuentas era un regalo. Seguí llorando por alrededor de 2 minutos.

Mi mamá llevaba más de media hora sin murmurar nada, difícil para ella pues era una mujer que platicaba hasta con las piedras. De repente tomó el micrófono –OK, ahora ¿qué vamos hacer?-. Mi papá y yo nos quedamos atónitos ante semejante frase, pero era lo más sabio que se había pronunciado hasta ese momento. Sequé mis lágrimas y pensé: el acto estaba hecho, no había vuelta atrás estaba esperando a un pequeño, que era el menosulpable de la situación. Nuevamente el silencio se hizo presente, pero de esos silencios afortunados que permiten pensar y enfría las lenguas. La señora de la casa una vez más subió al estrado diciendo – Helena, ese bebé ¿quieres que nazca?-. Contesté con un fulminante “sí”. - Pues así va ser, si los papas de Salvador y Salvador no se hacen responsables no es nuestro problema, ellos se lo perderán. Por lo pronto, necesitamos ir con el doctor, para que te revise y se haga lo pertinente-. Por fin unas palabras de alivio y acojo. Mi padre callo y no dijo nada, decidío dejar de hablarme, era un insulto para él lo que habia hecho. No lo culpo, trato de ponerme en su lugar y me imagino que lo desilusione, le herí el orgullo.

A la semana siguiente mi papá seguía sin hablarme. Durante esa semana me hice “n” cantidad de estudios, me sentía como una rata de laboratorio, prueba, tras prueba, siempre me decían: "vas ser mamá, alégrese". Claro que estaba preocupada por eso, pensaba entre mis haberes “estaré preparada, seré una buena madre, que será de mi vida apenas voy en el último semestre de la preparatoria”. Esos pensares rondaron mi cabeza una y otra vez sin cesar.
Cuando cumplí mi tercer mes, me toco mi segundo ultra sonido. El doctor le pidió a mi madre que saliera, las dos nos sorprendimos, pero ella sin objeción alguna hizo caso omiso a la petición, digo era un hombre apuesto era difícil negarle algo. El ginecólogo rompió el silencio – Mira ya decidiste que este bebé naciera, alégrate. Todo mundo sabe que no fue planeado y muchos menos esperado. Pero eres una mujer, el ser “madre” lo traes en tu genética. Es tu instinto, así que lo harás de la mejor manera, pero necesitamos que pienses eso, para que ese pequeño que está pronto a asomarse a este mundo, sea recibido con amor -. El “doc” callo, y después de haber escuchado eso pareciera que alguien me quito una lápida de mi espalada, y descanse un poco. Me dije a mi misma: lo único que puedo hacer es prepararme, pedir ayuda y ver como es una verdadera madre, digo el ejemplo más claro lo tenía en casa. Ella me lo dio todo a borbotones y sin pedir nada a cambio. Así que decidí no preocuparme más, y me ocupe.

Para el quinto mes…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ahhhh para el quinto mes que????

N.A.

Mariela dijo...

Excelente!..esperando la siguiente parte...