jueves, 13 de enero de 2011

La sombra del error

La ansiedad por tomar una decisión nos puede hacer presas de una jaula humana, hecha por nosotros mismos. Y si no lo detectamos a tiempo nos carcomerá el alma. Tanto que puede producirnos enfermedades, como alergias, gripas entre otras, también distracciones los cuales pueden provocar accidentes.

La ansiedad es causada por una incertidumbre. Una incertidumbre es una inseguridad. Una inseguridad es un nuevo miedo. El miedo es algo con lo que vivimos lo seres humanos, es normal, algo con lo que deberíamos saber vivir, pero no es así.

El miedo es una naturaleza humana, porque somos conscientes, y digo hasta los animales tienen miedo. El sentido del miedo animalesco se traduce en sobrevivencia. Cosas que también tenemos los humanos, pero cuando ese sentido de sobrevivencia nos a rebasa, ese miedo se convierte en ansiedad, inseguridad e incertidumbre.

El principal miedo que tenemos los hombres es equivocarnos, es una sombra bruta, bárbara y demasiada abrumadora para nuestro cuerpo, al punto de sentirnos presionados, fuera de sí y sobre todo tensos.

Últimamente, he estado muy tenso, demasiado para ser verdad, y es porque la decisión que voy a tomar va determinar de una manera tajante mi futuro y ahí es cuando la sombra del error se hace presente. En este momento no he podido soltar la tensión. Además se que hacer o decidir lo correcto jamás nos dará la felicidad, a veces tenemos que errar. La naturaleza humana es fallar. Una y otra vez las veces que sea necesaria.

Aun así siento demasiada tensión en mis hombros, y es provocado por la preocupación de que va pasar con mi futuro. Por increíble que parezca, esto preocupado, y no ocupado. La raíz de todo esto es el miedo al “error”. Es una sombra fría y maquiavélica que me está carcomiendo, la quiero desechar, pero para eso tengo que hacer una cosa: entregarme a mi causa.

Mi causa soy yo, mi finalidad soy yo y mi único guía es Dios. Por lo tanto, yo me tengo que ocupar por lo mío, hacer lo necesario para lo que yo quiera pase, y lo que tengo que hacer es divertirme en el camino y debo hacer no solamente lo necesario, sino hacer lo mejor que pueda hacer.

El resultado se lo tengo que dejar a Él a Dios. Literalmente, tengo que despreocuparme de errar, porque voy a fallar, diría Tomas Alba Edison cuando hizo su bombilla y le preguntaron por qué antes hizo otros doscientos artefactos (más tarde se reconocieron como inventos), a lo que él les contesto: “Encontré 200 maneras diferentes de cómo no hacer una bombilla”. Eso debo pensar, encontrare mil y un camino y sólo uno será el indicado…
Por último debo llenarme de mi tensión, sentirla, apasionarme por ella y solatarla, como el agua que fluye...

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miércoles, 12 de enero de 2011

Magia de otros...

En estos días ha surgido un pequeño problema pero de estragos incansables; no he podido dormir. Yo le echo la culpa al frío, y si que esta bueno, pero no es para tanto. Otras actividades en mi vida me han llevado a desvelarme y nueva mente pensé que las anteriores develadas habían modificado mis costumbres, así que también le eché la culpa y la realidad lamentablemente para mi persona es muy diferente.

Hoy mi día ha sido a medias, con poco color, con sueño, desgastado y demás, pero nunca malo, aunque he tenido mejores. Primero fui a la escuela, como buen niño, después me fui a “chambear” un rato y más tarde, en el trabajo una compañera me pregunto ¿qué si tenía sueño? Pues no era para menos, se me veían ojos de ausencia de cama. Le dije que: Sí, que había sido poco el sueño conciliado la noche anterior y que lo que dormí nunca se podría decir que fue un descanso.

Para mi sorpresa, la colega no se detuvo en su intriga y quiso solucionarla, así que siguió indagando y dijo - de seguro es porque andas estresado, así suele pasar, yo cuando me estreso tampoco duermo bien y mucho menos descanso-.Yo rápidamente conteste con un rotundo: No. Casi en automático, formule mi defensa, porque eso fue no una contestación, sino una palabra sin pensar, sin apertura y sobre todo fue un escudo, demostrando una pura evasión de la realidad.

La colaboradora, al parecer no quedo satisfecha con mi respuesta, y dijo - de seguro algo te preocupa, a mí cuando algo me preocupa me estresa -. No me volví a defender y cedí, le dije que si estaba estresado, por dos situaciones principales: la primera por el curso de francés que estoy tomando y el otro es que voy hacer cuando acabe la carrera. Después fuimos interrumpidos y cuando retomamos el intercambio de palabras, ya no platicamos del mismo tema. Ella se fue, yo también y ahí quedo la tarde.

Mi análisis no se quedo en la mera plática. Se desencadeno en la apertura ocular más importante del año (y será porque apenas estamos empezando el año, a ciencia cierta nadie lo sabrá). Descubrí que empecé a preocuparme por algo que no ha pasado y que he planeado hasta la muerte. Sin embargo, tengo incertidumbre he imaginado y soñado alrededor de unos veinte escenarios posibles y la gran mayoría indican caminos totalmente diferentes y en ciertos momentos contradictorios. Por increíble que parezca, necesito escribir en un diario o hasta una hoja donde pueda plasmar lo que quiero, los planes posibles y las metas a largo y mediano plazo. Eso hará que pase toda preocupación a la conciencia. Provocando de esta manera una relajación total.

Eso de pasar a papel todo ya lo hice, denlo por hecho. Sigo sorprendido y admirado porque un día en donde yo pensé que lo cambios, lo espontaneo y sobre todo la magia la hacía yo. Descubrí que no es cierto. Sé muy bien que solamente se necesita de uno para crear lo anterior, pero a veces no vamos a poder nosotros solos para hacer magia, algún cambio o por lo menos para ser espontáneos, pero no. a veces es bueno descubrir eso en los demás. Además podemos tomarnos de la magia, del cambio o de la espontaneidad del otro para evolucionar la nuestra.

Entonces llegue a una pequeña conclusión, y se me vino a la menta lo que dijo el chef Auguste Gusteau, de la película ratatouille: “todos pueden cocinar”. En la caricatura lo explican de manera perfecta y magistral. Con lenguaje muy sencillo dan entender que no importa de dónde vengas, tu puedes cocinar. Aplicándolo en este caso y un tanto a mi modo, no importo de donde venía el consejo, pero ella me ayudo hacer magia…

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PD ERIK amigo te prometo tomar tu tema el domingo, o antes, va.


domingo, 9 de enero de 2011

Charlando con Dios…

Hoy, en una noche de domingo de enero, me estremecí, por la única presencia que siempre me ha estremecido: Dios, si tu Dios. Me regocije porque nuevamente me di cuenta que tú estabas conmigo, que lo había olvidado, pero tú no lo hiciste, tú no te olvidaste de mí. Recordé que no te he dado nada en cambio por todas las bendiciones que me has dado y que simplemente te busco cuando estoy en problemas o necesito de ti. Como si tu amor tuvieras condiciones, menos mal que no es así. Que chistoso, no. Que cómodo de mi parte. Que estado de confort tome, pero necesito dejarloir.

Dios, te he fallado tantas veces, que el hecho recordarlo y contar las veces que lo he hecho sería algo grosero de mi parte, pues ya paso y debo seguir. La verdad, ni siquiera sé por dónde empezar. Han sido tantas mis fallas que creo que me daría una jaqueca si sigo en la tónica de tratar de recordar. Me siento mal, decepcionado y no sé que pueda hacer más para refrendarlo, pero sé que el hecho de reconocerlo, es un paso.

Quiero decirte a Dios que me perdones porque te he fallado, que de ahora en adelante no lo haré, no más te volveré a fallar. Si, tú le mismo que me quito mis miedos, mis nervios y la soledad, los hiciste trisas y me regresaste la alegría. Me has bendecido, me has dado de más y yo no he hecho nada, para agradecerte.

Sé lo que tengo que hacer, de ahora en adelante tomaré la decisión de honrarte, de quererte y de dedicarte mi mayor esfuerzo, mi máximo. Los resultados te los voy a dejar a ti, si a ti mi Dios, porque tú me has de quitar, lo que debas quitarme, y me vas a dar, lo que creas que debo recibir.

Lo que debo de hacer es hacer lo que me toca hacer, no más no menos. Porque he decidido adorarte, a darte todo, a amarte con todas mis entrañas, y amar al otro, al prójimo, tanto como a mí mismo, porque como dijo el gran Tomas de Aquino, “tu prójimo eres tú, es Dios” y “yo soy Dios”.

Dios, yo sé que no tengo ningún carácter de mágico, y mucho menos intentare la idolatría hacia mi persona. Mi prójimo es como yo, yo soy como Dios, en imagen y semejanza, solamente que yo soy humano, me enamoro, siento, y me equivoco mucho. El error está en la raza humana, como su constante “modus operandis”, pues el hombre es lo que es, la grandeza se encuentra en ir más de allá de su naturaleza. Sé que si hago esto, llenare otras almas de tu luz, y me estaré ganando, lo que lo proliferaba Escrivá de Balaguer; la santidad.

Nuevamente, hoy sentí tu presencia, estabas ahí, en mi corazón, jamás te habías ido, sin embargo de ti mi espalda y tu nunca dejaste de creer en mí. Por increíble que parezca me acordé de esa noche de noviembre de hace seis años. Te acuerdas, te acuerdas bien que después de mucho tiempo de no hacerlo, empecé a rezar, al llegar al punto de la oración y de repente entro un rayo de luz, como relámpago, ese rayo, eras tú. Cuando entraste desapareció la soledad. El miedo a la muerte también se fue con júbilo dejando una estela de alegría y esperanza. Entonces, llegué a la conclusión de que me preparaste durante 17 años, para recibirte en mi corazón. Me hiciste pasar pruebas, que no supe superar. Me diste el cariño en casa, el cual me rehusé a recibir. Me otorgaste el honor de tener una madre y un padre, a los cuales les falle. Pero me ensañaste lo más importante, el perdón. Me perdone a mí mismo, por ser tan idiota y ciego. Ni siquiera era capaz de ver la vida, la cual se me estaba yendo como agua, hasta que me acepte totalmente como un humano que comete errores, con virtudes y des-virtudes, con actitudes e ineptitudes. Ahí me regresaste la alegría.

Al día, siguiente había vuelto a nacer, esa oración, fue algo tan sencillo como un “padre nuestro”, y digo sencillo en su tamaño, pues su comprensión es de tamaños épicos. Ese padre nuestro me regreso la vida. Al terminar la oración, recuerdo muy bien, empecé a llorar. Llore de alegría, mi alma encontró serenidad, pues la felicidad es eso, un estado de serenidad, donde aprendes a que algunas cosas te van a dólar, otras te van a causar alegría, pero sobre todo entendía que el desdichado era yo, y que el hecho de volverte aceptar en mi vida, me lleno de felicidad. Y aun así te olvide por un rato.

Hoy, después de mucho tiempo volví a saber lo que era orar y ahí estabas sosteniéndome, diciéndome que no me preocupara, que mis errores, no mortificaban al mundo y mucho menos le harían daño a este, pues eran agravios hacía mi persona y no a alguien más. Además me dijiste que no solamente te estaba fallando a ti, sino a mí mismo, así que me aconsejaste cambiar de camino.

De nuevo te encontré, y hoy me prometí jamás volverte alejar de mi vida….

Gracias mi amigo, gracias Dios…

 
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