domingo, 9 de enero de 2011

Charlando con Dios…

Hoy, en una noche de domingo de enero, me estremecí, por la única presencia que siempre me ha estremecido: Dios, si tu Dios. Me regocije porque nuevamente me di cuenta que tú estabas conmigo, que lo había olvidado, pero tú no lo hiciste, tú no te olvidaste de mí. Recordé que no te he dado nada en cambio por todas las bendiciones que me has dado y que simplemente te busco cuando estoy en problemas o necesito de ti. Como si tu amor tuvieras condiciones, menos mal que no es así. Que chistoso, no. Que cómodo de mi parte. Que estado de confort tome, pero necesito dejarloir.

Dios, te he fallado tantas veces, que el hecho recordarlo y contar las veces que lo he hecho sería algo grosero de mi parte, pues ya paso y debo seguir. La verdad, ni siquiera sé por dónde empezar. Han sido tantas mis fallas que creo que me daría una jaqueca si sigo en la tónica de tratar de recordar. Me siento mal, decepcionado y no sé que pueda hacer más para refrendarlo, pero sé que el hecho de reconocerlo, es un paso.

Quiero decirte a Dios que me perdones porque te he fallado, que de ahora en adelante no lo haré, no más te volveré a fallar. Si, tú le mismo que me quito mis miedos, mis nervios y la soledad, los hiciste trisas y me regresaste la alegría. Me has bendecido, me has dado de más y yo no he hecho nada, para agradecerte.

Sé lo que tengo que hacer, de ahora en adelante tomaré la decisión de honrarte, de quererte y de dedicarte mi mayor esfuerzo, mi máximo. Los resultados te los voy a dejar a ti, si a ti mi Dios, porque tú me has de quitar, lo que debas quitarme, y me vas a dar, lo que creas que debo recibir.

Lo que debo de hacer es hacer lo que me toca hacer, no más no menos. Porque he decidido adorarte, a darte todo, a amarte con todas mis entrañas, y amar al otro, al prójimo, tanto como a mí mismo, porque como dijo el gran Tomas de Aquino, “tu prójimo eres tú, es Dios” y “yo soy Dios”.

Dios, yo sé que no tengo ningún carácter de mágico, y mucho menos intentare la idolatría hacia mi persona. Mi prójimo es como yo, yo soy como Dios, en imagen y semejanza, solamente que yo soy humano, me enamoro, siento, y me equivoco mucho. El error está en la raza humana, como su constante “modus operandis”, pues el hombre es lo que es, la grandeza se encuentra en ir más de allá de su naturaleza. Sé que si hago esto, llenare otras almas de tu luz, y me estaré ganando, lo que lo proliferaba Escrivá de Balaguer; la santidad.

Nuevamente, hoy sentí tu presencia, estabas ahí, en mi corazón, jamás te habías ido, sin embargo de ti mi espalda y tu nunca dejaste de creer en mí. Por increíble que parezca me acordé de esa noche de noviembre de hace seis años. Te acuerdas, te acuerdas bien que después de mucho tiempo de no hacerlo, empecé a rezar, al llegar al punto de la oración y de repente entro un rayo de luz, como relámpago, ese rayo, eras tú. Cuando entraste desapareció la soledad. El miedo a la muerte también se fue con júbilo dejando una estela de alegría y esperanza. Entonces, llegué a la conclusión de que me preparaste durante 17 años, para recibirte en mi corazón. Me hiciste pasar pruebas, que no supe superar. Me diste el cariño en casa, el cual me rehusé a recibir. Me otorgaste el honor de tener una madre y un padre, a los cuales les falle. Pero me ensañaste lo más importante, el perdón. Me perdone a mí mismo, por ser tan idiota y ciego. Ni siquiera era capaz de ver la vida, la cual se me estaba yendo como agua, hasta que me acepte totalmente como un humano que comete errores, con virtudes y des-virtudes, con actitudes e ineptitudes. Ahí me regresaste la alegría.

Al día, siguiente había vuelto a nacer, esa oración, fue algo tan sencillo como un “padre nuestro”, y digo sencillo en su tamaño, pues su comprensión es de tamaños épicos. Ese padre nuestro me regreso la vida. Al terminar la oración, recuerdo muy bien, empecé a llorar. Llore de alegría, mi alma encontró serenidad, pues la felicidad es eso, un estado de serenidad, donde aprendes a que algunas cosas te van a dólar, otras te van a causar alegría, pero sobre todo entendía que el desdichado era yo, y que el hecho de volverte aceptar en mi vida, me lleno de felicidad. Y aun así te olvide por un rato.

Hoy, después de mucho tiempo volví a saber lo que era orar y ahí estabas sosteniéndome, diciéndome que no me preocupara, que mis errores, no mortificaban al mundo y mucho menos le harían daño a este, pues eran agravios hacía mi persona y no a alguien más. Además me dijiste que no solamente te estaba fallando a ti, sino a mí mismo, así que me aconsejaste cambiar de camino.

De nuevo te encontré, y hoy me prometí jamás volverte alejar de mi vida….

Gracias mi amigo, gracias Dios…

 
Agréganos en:
Facebook /VarelaRuben
Twitter @free_hearts @varelaruben
NO DEJES DE PROPONER TEMAS...
O agreganos en el msn valemadre_7000@hotmail.com



Juntos podemos encontrar una solución

1 comentario:

Anónimo dijo...

Wow, que fuerte Ruben!!! Me gusto la entrada, muy sincera, de corazón... pero yo no creo eso de que nuestro modus operandi tenga fallas y errores, simplemente es LIBRE ALBEDRÍO y valga la redundancia... somos HUMANOS con todo lo que eso implica, aceptar estos tropiezos es lo mejor que podemos hacer, y no mirar atrás. Un beso.